La lucha contra la violencia de género es la lucha por los derechos humanos y por ello también es cosa de hombres.
En violencia de género no hay medias tintas. Si dudas de la víctima estás con el agresor.
Si los hombres cambiamos nuestra carga educacional tóxica avanzaremos hacia el fin de la violencia de género.
Los hombres podemos y debemos luchar por una sociedad más equitativa posicionándonos claramente contra la violencia de género como manifestación de desigualdad.
La lucha contra la violencia de género debe ser integral y transversal y cada profesional ayuda a la víctima desde su área de trabajo.
Cada víctima de violencia de género tiene sus propios tiempos y respetarlos es fundamental para que pueda salir adelante.
No existe un perfil único de víctima de violencia de género, cualquier mujer o niña por el mero hecho de serlo puede ser víctima.
La víctima de violencia de género está más cerca de lo que de imaginas.
La mejor ayuda a la víctima de violencia de género pasa por no estereotipar, no juzgar, sino escuchar, apoyar y ofrecer estrategias para que tome sus propias decisiones.
Contacto cero con agresor y empoderamiento de la víctima son fundamentales.
Es imprescindible reflexionar sobre los propios valores, creencias y actitudes en relación con la violencia. No caer en mitos y estereotipos sobre la violencia de género o sobre las víctimas.
Los malos ratos se olvidan pero queda en el pozo de la memoria la huella del sufrimiento.
Todas las mujeres víctimas de violencia de género sufren secuelas psicológicas por el maltrato, aunque no todas de la misma manera ni con la misma intensidad.
La baja autoestima, problemas de identidad y una autoimagen distorsionada hacia lo negativo hacen que duden de sus propias capacidades y posibilidades maximizando las probabilidades de equivocarse y fracasar.
Les cuesta fiarse de su intuición, por lo que pueden llegar a depender mucho de las opiniones de los demás.
Sienten que no son merecedoras de ser queridas o de ser respetadas.
Los sentimientos de culpa que sienten les suele paralizar y no les permite mirar hacia adelante y avanzar, ya que desarrollan una actitud hipervigilante, de tensión constante y miedo.
La falta de confianza en los demás les lleva a mantener distancia con el entorno, ya que lo perciben como una amenaza.
Pueden presentar problemas de concentración, memoria y dificultades para pensar, planificar o imaginar debido a la actitud de hipervigilancia que desarrollan.
Reducen sus conductas de interacción social (dar y recibir) y presentan dificultades para comunicarse, debido a la disminución de sus interacciones sociales.
Hazle saber que no tiene límites para aprender, que sólo puede hacerlo si se equivoca y aprende de sus errores, que la confianza es algo que puede volver asentir cuando está contigo, pero es algo que "ella" elige darte.
Refuerza su sensación de competencia alentando cada paso en su aprendizaje, ¡házselo saber!