Manifiesto 23 de octubre 2020 - Fernando Rey Martínez

LA IGUALDAD DE GÉNERO ES TAMBIÉN COSA DE HOMBRES

Algunos creen que la lucha contra la violencia hacia las mujeres en todas sus formas es algo que sólo les corresponde a ellas. Y aunque es verdad que el protagonismo de dicha lucha debe ser suyo porque son las que tienen la perspectiva completa y cabal del problema, a menudo y por desgracia, como víctimas, no es menos cierto que también los hombres, todos los hombres, estamos directamente convocados a combatir con las mujeres, hombro con hombro, día a día, para alcanzar una sociedad justa e igualitaria de verdad y no sólo sobre el papel. La igualdad de género es una calle de doble dirección, que nos afecta a todos, a varones y a mujeres. Queremos una sociedad de libres e iguales, es decir, de personas con los mismos derechos a las que se contempla y respeta desde la propia diversidad personal, cultural y social. La igualdad requiere trato idéntico y, paradójicamente, exige a la vez trato diferente, porque cada persona es distinta. Y en el cimiento de todo esto sólo puede hallarse un profundo sentimiento de respeto hacia el otro, hacia los demás. Cualquier forma de violencia hiere gravemente este sentimiento. Cualquier agresión machista conculca el fundamento mismo del contrato social, que es el respeto a la dignidad del otro.

 

El machismo es una cesta de ideas enfermas, de grumos mentales, de trágicos errores. Es una falsa y torpe representación de la realidad. A veces, como el médico de Molière que hablaba en prosa sin saberlo, el machista lo es sin tener conciencia de que lo es, porque cree que su conducta es la apropiada. El machismo es la munición ideológica de la violencia de género y de toda forma de discriminación hacia las mujeres. El machismo es un mapa erróneo de una realidad de relaciones personales compleja que puede colarse de mil maneras y por mil intersticios en cualquier mente y en cualquier momento. Por eso la igualdad requiere de todos, pero en especial de los varones, una actitud permanente de alerta y reflexión. Seguramente, todos los hombres tenemos, aunque de modo diferente en cada caso, y aunque hayamos avanzado mucho en relativamente poco tiempo, un amplio margen de mejora. Hoy es un buen día para pensar sobre ello.

 

La violencia de género es la forma paroxística del machismo. Es una infección, una pandemia social. Y en este año de COVID-19, sabemos bien lo que es una infección. Hemos experimentado como nunca antes que somos una comunidad, que lo que hace u omite una persona impacta decisivamente sobre los demás; hemos vuelto a descubrir que nos necesitamos, que dependemos unos de otros, que el ser humano es un animal que cuida y es cuidado. Toda forma de crueldad es su antítesis. Por eso también, toda víctima de esa pandemia social que es la violencia de género nos incumbe. Nadie puede pretender o sentir que es dueño de nadie sólo por el hecho de que es “el varón”. No podemos ponernos de perfil. Hay que luchar contra el machismo: venciéndolo, con sanciones adecuadas, y convenciendo, con persuasión y educación.

 

Todavía hay quien piensa, erróneamente, que se trata de un problema menor, quizá exagerado por algunos. Pero la realidad es terca. El año pasado hubo, según el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial, 168.057 denuncias por violencia de género. Pensemos, además, en toda la violencia no denunciada. Y desde 2003, fecha en la que empieza a haber registro de violencia de género, hasta el 20 de abril de 2019, es decir, durante esos 16 años, se produjeron exactamente 1.000 muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Mujeres de toda edad y condición. Eso arroja una media de casi 62 homicidios al año, algo más de uno cada semana. En otras palabras, no cabe una actitud negacionista del problema. Otros negacionistas creen que hay muchas denuncias falsas, pero la verdad es que, también el año pasado, el porcentaje de condenas fue del 87,7%, lo que demuestra que estamos ante un problema tan grave como real.

 

La lucha contra toda forma de machismo y toda forma de violencia de género no debe ser patrimonializada por nadie, ni ideologizada, ni secuestrada con fines partidistas. Algunos que acaban de llegar a la escena política creen que han inventado esta lucha. La realidad es que está ya en marcha desde hace muchos años. Pero las cosas sólo cambiarán cuando seamos capaces de hacerlo entre todos, mujeres y hombres. Basta ya de hogares que son escenarios del miedo. Basta ya de una sociedad del miedo, la violencia y la falta de respeto. Basta ya de la pandemia de la violencia. La igualdad de género, real y efectiva, es también cosa de nosotros los varones, de todos nosotros. No podemos fallar.

Fernando Rey Martínez, Valladolid octubre 2020 ©